El desafío de la maternidad tras la violencia sexual: Rompiendo el silencio

abril 21, 2023
Maternidad tras la violencia sexual.

La violencia sexual afecta a una alarmante cifra del 23% de las niñas en España, según estudios recientes. Lamentablemente, la mayoría de estos casos permanecen en silencio, sin posibilidad de detección e intervención en etapas tempranas. Las consecuencias psicológicas de esta violencia pueden cronificarse y manifestarse en la vida adulta.

Estas secuelas tienen un impacto significativo en el camino hacia la maternidad, afectando no solo la sexualidad de las mujeres, sino también su decisión de ser madres, el proceso de gestación, el puerperio y la crianza. Como profesionales que trabajamos con mujeres en la etapa perinatal, nos enfrentamos al desafío de brindar un acompañamiento adecuado a sus necesidades, a menudo sin ser conscientes de que han experimentado esta forma de violencia.

Es fundamental que los profesionales estemos informados sobre estas situaciones y sepan cómo abordarlas de manera sensible y compasiva. La conciencia de esta realidad nos permite evitar la revictimización y brindar una atención integral que promueva la sanación y el bienestar de las supervivientes de violencia sexual en su camino hacia la maternidad.

Nuestra experiencia en El Nido y El Vuelo con madres que han sido abusadas en su infancia.

A lo largo de nuestros años de experiencia en psicoterapia, hemos tenido la oportunidad de atender a numerosas víctimas de abuso sexual infantil en su infancia. Durante este tiempo, hemos podido estudiar y analizar las consecuencias que estas mujeres enfrentan en su vida adulta, las cuales tienen un impacto significativo en todo el proceso de maternidad, desde el deseo y la planificación familiar hasta la vinculación y crianza.

Estas observaciones proporcionan una visión profunda de las dificultades y desafíos a los que estas mujeres se enfrentan al convertirse en madres sin haber abordado adecuadamente su trauma pasado.

Cicatrices invisibles: Secuelas en la sexualidad y planificación familiar

Las consecuencias de la sexualización traumática en las supervivientes de violencia sexual son evidentes en sus dificultades en las relaciones sexuales e intimidad. Estas supervivientes pueden experimentar reacciones de evitación o exposición con flashbacks, rigidez, vergüenza y culpa por el placer sentido. Algunas incluso desarrollan una sexualidad compulsiva, utilizando las relaciones íntimas como único medio para sentirse amadas.

La decisión de ser madre puede estar condicionada por diversos temores. Estos incluyen el miedo a no poder proteger a sus hijos de lo que ellas mismas sufrieron, el temor a los controles médicos (especialmente cuando el profesional comparte el mismo género que el agresor) y el temor al parto.

Cuando se recurre a tratamientos de reproducción asistida, las supervivientes pueden experimentar sentimientos de vergüenza, daño permanente, la sensación de «no ser adecuadas» y el rechazo hacia su propio cuerpo.

Por otro lado, algunas mujeres deciden no ser madres debido al miedo de que sus hijos puedan sufrir violencia sexual y a la necesidad de cuidarse a sí mismas y abordar sus síntomas crónicos. Sienten que ya tienen suficiente responsabilidad al cuidar de su niña interior y no pueden cuidar de otro ser humano.

Reviviendo el pasado: El impacto del abuso sexual durante el embarazo

Durante el embarazo, es común que las mujeres revivan recuerdos dolorosos y traumáticos relacionados con experiencias de abuso. Esto puede suceder especialmente en el segundo trimestre, cuando se produce una mayor sensibilidad emocional y una reflexión sobre las relaciones más cercanas. Estos recuerdos pueden afectar la conexión emocional con el bebé en gestación.

En algunos casos, hemos presenciado situaciones en las que las mujeres no se dan cuenta de su embarazo hasta el tercer trimestre, e incluso hay quienes solo lo descubren durante el parto, lo que puede generar un gran impacto emocional.

Durante el embarazo, también existe un mayor riesgo de desarrollar otros problemas de salud mental, como trastornos de la alimentación, consumo de sustancias, ansiedad y depresión, que pueden ser desencadenados por eventos estresantes y temores relacionados con las visitas médicas.

A pesar de ser un momento delicado, hemos notado que la terapia durante el embarazo puede ser muy beneficiosa. A través de un apoyo terapéutico adecuado, se puede ayudar a las mujeres a sanar y encontrar una mayor estabilidad emocional durante esta etapa tan importante de sus vidas.

Cuando el miedo y la reacción defensiva se apoderan del parto

Durante el parto, algunas mujeres pueden experimentar miedo intenso a perder el control, lo que puede llevar a reacciones defensivas y parecer hostiles o poco cooperativas con los profesionales médicos. En varias ocasiones, las mujeres han expresado su rechazo a la analgesia por temor a quedar atrapadas sin poder escapar de una amenaza percibida.

La gran mayoría de estas mujeres describe experiencias disociativas durante el parto. Los recuerdos y flashbacks intrusivos pueden ser evocados por dos tipos de desencadenantes.

Por un lado, están los desencadenantes intrínsecos, como el dolor, las náuseas, las secreciones corporales y las reacciones físicas como temblor, gemidos, llanto o miedo, que conectan con su experiencia de abuso. Por otro lado, están los desencadenantes extrínsecos, relacionados con procedimientos médicos, sentimientos de soledad, exposición genital o comentarios por parte de los profesionales que recuerdan los mensajes del agresor/a («Relájate y acabaremos antes; no te quejes tanto; tranquila, haré que te duela menos…»).

Estos elementos en conjunto hacen que la experiencia de la mujer durante el parto pueda ser de vulnerabilidad, desconexión emocional y dificultad inicial en la vinculación con el bebé. Esto aumenta el riesgo de un parto traumático y el desarrollo de secuelas en el período postparto.

Desafíos en el puerperio, reactivación de conflictos relacionados durante el abuso.

Durante esta etapa, es común que algunos conflictos pasados relacionados con el abuso se reactiven. La lactancia materna se convierte en un aspecto especialmente delicado, ya que pueden surgir dificultades relacionadas con la desnudez, la exposición del pecho, la secreción de leche, la sensación de succión y la intimidad. Algunas mujeres experimentan problemas solo en situaciones específicas, como estar solas o en la oscuridad, y otras toman la decisión de no amamantar a sus bebés.

Si después del parto las relaciones sexuales se vuelven dolorosas o insatisfactorias, aumenta la preocupación asociada, y se pueden despertar memorias somáticas similares a las vividas durante el abuso.

Asimismo, existe un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación y consumo de sustancias durante esta etapa.

La relación con los hijos e hijas de madres que han sufrido abuso.

En algunos casos, las madres que han experimentado una amnesia disociativa severa pueden recordar por primera vez el abuso cuando crían a sus bebés. Estas madres pueden tener una desconfianza generalizada hacia otros cuidadores y tienden a ser sobreprotectoras con sus hijos. También pueden experimentar sentimientos ambivalentes debido al miedo a repetir el abuso o causar daño en acciones cotidianas. Muchas evitan quedarse solas con sus bebés por temor.

Sin embargo, el deseo de tener una relación positiva con sus hijos y la búsqueda de sanación y una vida familiar saludable lleva a muchas mujeres a iniciar un proceso terapéutico en este momento. Consideran que sus hijos merecen tener una madre adulta y saludable, dejando el pasado atrás y enfocándose en el presente.

Los psicólogos perinatales debemos tomar consciencia y estar preparados

Los profesionales que brindamos apoyo a mujeres durante el período perinatal debemos ser conscientes de que una de cada cinco de ellas ha sufrido algún tipo de violencia sexual. Dado que el daño se originó en una relación desigual (ya sea de poder, conocimiento, expectativas o edad), es aún más importante trabajar con sensibilidad, empatía y respeto, evitando cualquier situación que pueda volver a traumatizarlas.

La relación con el terapeuta perinatal se vuelve fundamental en el acompañamiento de estas mujeres y puede incluso convertirse en una relación reparadora. Nuestro objetivo principal será brindarles estabilidad emocional y apoyarlas en la integración de las experiencias traumáticas en redes de memoria adaptativas, en la medida de lo posible.

Tampoco podemos olvidar al bebé en esta situación. Como profesionales, tenemos la responsabilidad de garantizar su protección y la de su madre, evaluando el riesgo real de que el agresor también pueda victimizar al bebé, si tenemos esa información disponible. Los grupos de apoyo especializados son una herramienta valiosa tanto durante el embarazo como en el posparto, y se convierten en un recurso importante para abordar las dificultades de lactancia relacionadas con el abuso sexual.

Bibliografía recomendada


• Noguerol, V. y Fernández, M (2013). Cómo detectar e intervenir en maltrato y abuso
sexual infantil. Tea Ediciones, Madrid.

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